Es extraño, la verdad no sé que es lo que quiero. Tengo ese pequeño y aniquilante malestar del flujo del deseo, como un monólogo interior incomprensible.
No se si era tu figura o la estructuración de la mía en torno a la esperanza, con ese corazón ardiente de pulsion, capaz de todo. O quizás sea la unión que alguna vez llegamos a tener, las risas, las lágrimas, nuestro reflejo en el otro, como la entrega más transparente de amor.
No lo sé y me pierdo en esa figura desconocida manoseando las mismas palabras que le podría entregar a cualquiera.
Como cerrar el libro, si eres más que un capítulo y las hojas rasgadas solo delatan el miedo a mirar lo que fue, lo que fuimos capaces de construir y destruir. De destruirnos.
No hay hoja en blanco sin la huella de lo escrito con fervor anteriormente.
Seguiré escribiendo sobre una vida que creía mía, pero que solo fue capaz de forjarse junto a la tuya.
Lo que soy hoy, es lo que fuimos.
Así como existe un antes y un después, ahora solo soy el resultado de lo que no fue y que pudo ser.