Estamos aquí a diario enfrentando la muerte con ideologías, con alegrías, llanto, peleas, orgullo, compromisos, poder, humildad, vanidad, prejuicio, amor e incluso matando.
Pero hay un momento en la vida en que el tiempo se detiene y nos quedamos sin armas,
todo aquello que creíamos suficiente gira de un modo vertiginoso
y solo somos,
nos rendimos ante nuestra calidad humana, al margen carnal
y todos los momentos que creíamos haber construido se reducen a la esencia efímera de un segundo.
Y ahí ante la nada
con las manos vacías
te entregas al inevitable destino.
Como dijo un sabio joven por ahi.. "es mejor quemarse que apagarse lentamente"
viernes, 2 de abril de 2010
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